Hoy os traigo una pequeña reflexión que hago sobre el poder del perdón desde un enfoque budista pero obviamente con todas mis limitaciones respecto de esta filosofía pues, a pesar de buscar siempre informarme y ampliar mis conocimientos para un mejor estilo de vida y conciencia personal, no dejo de ser más que una mera aprendiz. Aun así, espero que esta reflexión os sirva al menos, como inicio de la vuestra sobre esta práctica tan saludable como es el perdonar ^^

El perdón es una de las prácticas más poderosas que existen en el budismo. En esta filosofía, el perdón es un acto de compasión y generosidad que nos ayuda a aceptar el pasado, librarnos del sufrimiento que nos generaba y seguir nuestra vida con un mayor aprendizaje y bienestar.

En este artículo, exploraremos el significado del perdón, las necesidades que hay detrás del mismo y cómo practicarlo en nuestra vida diaria.

El significado del perdón

En el budismo, el perdón se entiende como un acto de amor y compasión hacia uno mismo y hacia los demás. Perdonar no significa olvidar o justificar las acciones que nos han hecho daño, sino liberarnos del resentimiento y del dolor que nos causan; pasar página de forma saludable sin arrastrar esa mochila del pasado.

El perdón es una práctica esencial que, según el budismo, nos permiten alcanzar la iluminación*.

Cuando perdonamos, estamos desarrollando nuestra capacidad de amar y comprender a los demás, lo que nos lleva a una mayor conexión con el mundo y a una mayor sensación de paz interior.

* Iluminacion: referente a la cima del conocimiento y desarrollo del potencial humano. Convirtiéndonos en la mejor versión de nosotros mismos.

Las necesidades detrás del perdón

El perdón es una práctica que satisface algunas necesidades profundas en nuestra vida:

  1. La necesidad de sanar: Cuando alguien nos hace daño, puede ser difícil superar el dolor y la rabia que sentimos. Aprender a perdonar nos ayuda a sanar esas heridas emocionales y a liberarnos, por tanto, de la negatividad, frustración y demás emociones negativas que nos han causado. Sanamos por salud propia.
  2. La necesidad de conexión: Cuando nos sentimos heridos por alguien, es fácil desconectar y alejarnos de dicha persona. Sin embargo, el perdón nos permite reconectar con uno mismo y con los demás y en ocasiones establecer relaciones más profundas y significativas. Cuántas veces sentarse a hablar de lo sucedido y perdonarse sinceramente ha reforzado esas relaciones dañadas con amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc etc. Por tanto, el perdón además de sanar, es una herramienta más para crear puentes y conectar.
  3. La necesidad de liberación: Cuando alguien nos hace daño, es natural sentir rabia, tristeza o frustración. Sin embargo, estas emociones negativas nos mantienen atrapados en el pasado y nos impiden avanzar en nuestra vida. Al cultivar el perdón hacia los demás, estamos liberándonos de estas emociones negativas y permitiendo que la compasión y la empatía florezcan en nuestro corazón.
  4. Comprensión: Perdonar, como explicaré más profundamente en los siguientes párrafos, supone comprender que tanto nosotros como el resto de la población somos imperfectos y cometemos errores (dañamos) pues estamos en un continuo aprendizaje interno, y habrá gente que haya avanzado más que otros en este arte de la autoconciencia. Por ello debemos ser amables y comprensivos con la situación de cada uno y perdonar dichas imperfecciones para progresar como individuos y como sociedad.

Cómo practicar el perdón en nuestra vida diaria

El perdón puede ser un proceso difícil y desafiante, especialmente cuando se trata de heridas profundas y duraderas. Sin embargo, hay algunas prácticas que podemos adoptar en nuestra vida diaria para practicarlo y liberarnos de la negatividad.

  1. Practicar la meditación: Al meditar, estamos entrenando nuestra mente para estar más presente y consciente del momento actual, lo que nos ayuda a liberarnos de las emociones negativas del pasado (esos rencores y resentimientos) y a desarrollar la capacidad de perdonar.
  2. Aceptar la realidad: A veces, nos aferramos a la idea de cómo deberían ser las cosas o cómo deberían comportarse las personas (creando hologramas ficticios de dichas personas o situaciones). Sin embargo, la realidad a menudo es muy diferente. Al aceptar la realidad tal como es, podemos liberarnos de la frustración y el resentimiento de esas fantasías que nos hemos creado y el perdón surge de in mediato, al no haber valorado a la persona o la situación desde LA REALIDAD. (Puede que una persona sea egoísta y eso nos daña. Pero si aceptamos a la persona como es y vemos que tiene limitaciones a la hora de empatizar con los demás, podremos perdonarle – y aquí entra también el siguiente punto – pues se trata de un ser que aún está aprendiendo y cuya autoconciencia es todavía muy pobre).
  3. Practicar la compasión: La compasión es la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y entender su sufrimiento. Al practicar la compasión, estamos desarrollando nuestra capacidad de amar y entender a los demás, lo que nos ayuda a perdonar más fácilmente.
  4. Practicar el autoperdón: A menudo, somos nuestros peores críticos y nos juzgamos muy duramente. Sin embargo, el autoperdón es una parte esencial del proceso de perdón. Al perdonarnos a nosotros mismos por nuestras propias imperfecciones, estamos desarrollando nuestra capacidad de perdonar a los demás.
  5. Tomar acción: A veces, el perdón no significa simplemente dejar ir las emociones negativas, sino también tomar acción para resolver el problema existente. Si alguien nos ha hecho daño, puede ser útil hablar con ellos y trabajar juntos para encontrar una solución.

El poder de perdonar a los demás

Como hemos ido viendo, el acto de perdonar a los demás es fundamental para cultivar la compasión y la sabiduría en nuestra vida diaria.

El perdón no supone volver a tener una relación con la persona que te dañó. Significa que tomas conciencia de lo ocurrido y tomas una decisión desde el amor propio. Tal vez sea romper el vínculo, alejarse o retomar la relación pero en paz, perdonando y perdonándonos.

Además de las necesidades expuestas en el primer apartado, en primera persona. También hay que tener en cuenta a nuestro interlocutor o actor del daño:

  1. Compasión: Además, en una situación de agresión (física, psíquica o verbal) el perdón nos permite liberar a los demás de la culpa y la vergüenza que pueden estar sintiendo por el acto realizado. Al perdonar, estamos reconociendo que todos somos seres humanos imperfectos que cometen errores, y que todos merecemos amor y compasión.
  2. Empatía: el budismo nos enseña que el sufrimiento es una parte natural de la vida, y que todos estamos sujetos a la enfermedad, el envejecimiento y la muerte. Si alguien nos ha hecho daño, podemos recordar que esta persona también está sujeta a estas mismas condiciones, y que tal vez su comportamiento negativo se deba al sufrimiento que están experimentando. Al ponernos en su piel podríamos entender su comportamiento y entender que no hay maldad, sino miedo, temor, angustia, desconocimiento…

Podrás pensar que estas descripciones son más poéticas que reales y que no deberías perdonar al prójimo si te causó un daño, ¿no? Pero es que el perdón no entiende de venganzas, perdonar a los demás por una situación X significa entender por qué dañaron, empatizar con su situación y así eliminar de tu ser un sin fin de emociones tóxicas que solo te perjudican a ti mismo.

Por último añadir, si no estas todavía convencido/a de perdonar a quien te ha hecho daño, que el perdón no supone volver a tener una relación con la persona que te dañó. Significa que tomas conciencia de lo ocurrido y tomas una decisión al respecto en función de lo que sea mejor para ti. Tal vez sea romper el vinculo, alejarse o retomar la relación. A veces esas personas o relaciones no nos aportan nada bueno y desde nuestro amor propio decidimos alejarnos pero en paz, perdonando y perdonándonos, sin ningún tipo de resentimiento.

El poder de perdonarse a uno mismo

No podemos ni debemos olvidar que perdonarse a uno mismo es crucial para nuestro propio crecimiento y desarrollo espiritual. Como os comenté antes, en el budismo se cree que todos somos seres imperfectos y que estamos sujetos a cometer errores. Sin embargo, también se cree que todos tenemos el potencial de cambiar y crecer, y de aprender de nuestros errores.

Si no podemos perdonarnos a nosotros mismos por nuestras imperfecciones y errores, entonces es difícil que podamos cultivar una mente compasiva y amorosa hacia los demás.

No podemos dar lo que no tenemos.
No puedo dedicar tiempo a alguien si no lo tengo. No puedo prestar dinero a alguien si no lo tengo y de la misma manera, no puedo perdonar a los demás si no me perdono a mí mismo.

El sufrimiento surge cuando nos aferramos a nuestros errores del pasado y nos juzgamos duramente por ellos (sí, nosotros somos nuestros peores críticos). Si no podemos liberarnos de estos pensamientos negativos, entonces estamos atrapados en un ciclo de sufrimiento y nos resulta difícil avanzar en la vida.

El perdón a uno mismo es una forma de practicar la compasión y la generosidad. Si podemos perdonarnos a nosotros mismos por nuestros errores, entonces también podremos perdonar a los demás y ayudar a aliviar su sufrimiento.

Perdonarse a uno mismo no significa negar nuestros errores o justificar nuestro comportamiento negativo. Más bien, significa aceptar la realidad de nuestros errores, aprender de ellos y seguir adelante con compasión, amor y mucha amabilidad.

Este autoperdón por tanto nos pone como seres activos de nuestra vida y situación. Aceptamos la realidad aunque ello suponga aceptar que somos imperfectos, que cometemos errores, que tropezamos 2 y 3 veces con la misma piedra. Debemos aceptar que todavía tenemos un largo recorrido de aprendizaje, para evitar dañarnos y dañar a los demás.

Como seres imperfectos que no hemos nacido con todo sabido y meditado, seguiremos cometiendo errores a lo largo de nuestra vida por ello es bueno tomar conciencia de ello y mantener una mente abierta al perdón, al cambio y al aprendizaje. 💙

Conclusión

El perdón es una práctica poderosa que nos ayuda a cultivar la compasión, la sabiduría y la paz interior.

A veces vamos en piloto automático pensando que la vida es algo ajeno a nosotros, como un tren que nos lleva de lado a lado. Pero cuando decidimos tomar las riendas de nuestros actos (buenos y malos) esta perspectiva cambia y nos vemos como pilotos de ese tren y no como meros pasajeros. Así es como podemos racionalizar nuestros actos y ser críticos con ellos, ¿estuvo bien eso que hice o dije? ¿cómo se sintió mi interlocutor?. Esto significa el perdón, ser dueños de la situación y no dejarnos llevar por emociones descontroladas. Comprender, aceptar y aprender.

Al practicar el perdón, estamos desarrollando nuestra capacidad de amar y comprendernos a nosotros mismos y a los demás, lo que nos lleva a una mayor conexión con el mundo y a una mayor sensación de paz interior. También nos permite liberarnos del resentimiento y del dolor que nos causan las acciones de otros.

Recuerda: Perdonarse a uno mismo significa aceptar la realidad de nuestros errores, aprender de ellos y seguir adelante.

Es importante reconocer que el perdón no significa olvidar o justificar las acciones que nos han hecho daño. Más bien, se trata de liberarnos de la toxicidad y negatividad residual que nos afecta y así seguir adelante con nuestra vida sin anclarnos o quedarnos atrapados en el pasado; permitiéndonos cultivar una mente más pacífica y equilibrada y aumentando nuestro bienestar.

Ligado a esta reflexión, podéis encontrar otras dos similares que escribí sobre el Apego vs amor, el Amor propio vs Egoísmo y Mi opinión sobre las relaciones amorosas que puede que os inviten a seguir reflexionando y creciendo como personas a través de un mayor conocimiento de vosotros mismos.

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